
Importante papel jugó en la historia empresarial del antiguo Caldas el grupo de hacendados ganaderos, sector que se dedicó a traer el ganado de las sabanas del alto Cauca y Magdalena, para cebarlo en los ricos potreros situados cerca de Manizales, en la región del Cacique (Santágueda), para luego venderlo en la Antioquia Central.
Estos pioneros de la ganadería formaron haciendas con el ganado criollo “blanco orejinegro”, por la capacidad de adaptación y resistencia a las enfermedades. Cuando los colonos que llegaron a Manizales, desde 1846, realizaron excursiones por el nevado de El Ruiz, encontraron muchos de estos animales sueltos escapados, parece, de una comunidad religiosa de Mariquita. Si miramos la historia encontramos que el blanco orejinegro, junto con los caballos y los asnos, traídos por los españoles, entraron por Buenaventura a las haciendas del Valle del Cauca y desde aquí hacia el norte, con dirección a Antioquia. El blanco orejinegro, llamado también criollo o antioqueño, fue el compañero inseparable de los colonos por su triple condición de aportar leche, carne y prestar servicio de carga; se adaptaba muy bien a las tierras empinadas de las regiones templadas; por ser un animal pequeño, delgado, tener pelo muy blanco pero las orejas negras y ofrecer inmunidad a los ataques de las garrapatas y a los nuches.
Don Gabriel Arango fue el primero en preocuparse (1875) por mejorar y seleccionar los ganados, introduciendo un toro de Holanda. Justiniano Mejía, trajo reses de San Martín y La Ceja en 1884; José María Mejía introdujo la raza Durham de Bogotá (1886) y José y Francisco Jaramillo trajeron de Pereira ejemplares de los que había introducido Benicio Ángel. Al estudiar la historia de la ganadería en la región se encuentra un hilo conductor que empieza en Manizales, se dirige a Pereira, Cartago, Quindío y luego hacia el valle del Risaralda. En esta actividad se gestaron cuantiosas fortunas que contribuyeron a la economía cafetera, al comercio, a la actividad bancaria y a la industria. Entre estos ganaderos está don Benicio Ángel quien adquirió en Pereira un lote de más de diez mil cuadras, denominado El Tablazo, y que hacía parte de la inmensa propiedad de Francisco Pereira; poseía además su hacienda de Arauca en Ansermavieja, con una extensión de 2.367 hectáreas y una finca de pastos artificiales y caña dulce, con establecimiento de destilación, denominada Corozal, situada en el caserío de Palestina.
Don Benicio y su socio don Julio Castro se preocuparon por dar impulso a la ganadería, sembraron los nuevos pastos pará, janeiro y micay, empezaron a construir cercas con alambre de púas que importaban directamente, descontinuando «los viejos y artísticos de guadua rajada y los de los postes de madera y palos redondos amarrados con bejucos, que eran los cercos tradicionales.
Desde 1880 la revista El Agricultor venía informando acerca de las bondades del «alambre barbado», armado de púas a ciertos intervalos, con dos o tres alambres torcidos como los hilos de un cable para contener las puntas y para evitar la expansión y contracción de los alambres. «Las púas deben ser suficientemente cortas para picar al animal, y no tan largas que lleguen a cortarlo. Un piquete instantáneo es lo que se necesita y nada más» (El Agricultor. Órgano de la Sociedad de Agricultores Colombianos, 1880. 1881). Sin embargo su implementación fue lenta por la costumbre tan arraigada de usar postes de madera; sólo los ganaderos con mentalidad empresarial implementaron esta técnica, desde finales del siglo XIX.
A partir de 1896 empezaron a celebrar las ferias en Pereira, las que ayudaron a impulsar la ganadería en el sur de Antioquía y norte del Valle; se traía ganado del Huila, Tolima, el Patía y Valle del Cauca y llegaban los compradores para surtir las nuevas haciendas de la Hoya del Quindío, norte del Valle, Manizales y las que se estaban fundando en el valle del Risaralda. Junto con las ferias llegó de Sonsón el millonario don Lorenzo Jaramillo, quien financió a muchos terratenientes para ayudarles a abrir haciendas de ganado en Manizales, Risaralda y Quindío. Don Lorenzo hizo negocios con el general Pantaleón González y con Francisco Jaramillo Ochoa, contribuyendo a la modernización de la ganadería pues se empezó a sembrar nuevos pastos introducidos al país, como el pará, el india, el guinea, el yaraguá y el micay.
* Doctor en Historia y Miembro de la Academia Colombiana de Historia. https://albeirovalenciallano.com/
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