La conferencia COP-27
del 2022 sobre el clima organizada por Naciones Unidas en Egipto, que pondrá en
el centro de las negociaciones las pérdidas y daños por el cambio climático,
confrontará a los países más industrializados como responsables, frente a los
países más vulnerables del planeta por los impactos que sufren, entre ellos la
erosión costera por la subida del nivel del océano, un fenómeno que podría
incrementar su actual tasa estimada en 10 mm anuales, a más de 100 mm por año
para finales del siglo, si no se corrige la enorme cuantía de emisiones de
gases con efecto invernadero.
Si en Latinoamérica, el
calentamiento global que se advierte desde el año 2000 con fenómenos extremos,
que van desde huracanes con mayor intensidad por el Caribe, y mayor recurrencia
de sequías en el Corredor Seco Centroamericano hasta inundaciones inusuales en
Colombia, tendremos la expansión de enfermedades tropicales como la malaria o
el dengue en zonas de mayor altitud-, conforme se incrementan temperatura y
precipitaciones, y con ello la humedad relativa favoreciendo plagas y
enfermedades fitosanitarias.
Aún más: según estudios
como el reportado por la prestigiosa revista Nature (2022), por el incremento
de las concentraciones de gases de efecto invernadero, se podría estar
modificando la amplitud de la Oscilación del Sur (ENSO), uno de los patrones
climáticos más importantes del planeta, y con ello la duración de los fenómenos
conocidos como El Niño y La Niña. Como referente, durante el Plioceno (5 a 2,5
Ma atrás) los océanos permanecieron relativamente cálidos en la Tierra, gracias
a las condiciones análogas a las de El Niño con permanencia durante periodos
prolongados. Si efectivamente en el futuro se afecta el ciclo temporal del
ENSO, las consecuencias del calentamiento global, podrían ser desastrosas.
Actualmente, si bien se
había pronosticado que a lo largo del segundo semestre del 2022 se mantendría
el fenómeno de La Niña con una probabilidad del 80% e intensidad entre débil y
moderada, y también esta condición persistiría de septiembre a noviembre de
2022 con el 70 % de probabilidad contra sólo el 30% de que se instauraran
condiciones neutras del ENSO, resultando así nula la posibilidad de un episodio
de El Niño, lo grave ahora es que para los meses de diciembre de 2022 a febrero
de 2023 la probabilidad de La Niña sigue siendo del 55 %, contra un 45% para
condiciones neutras del ENSO.
Así entonces, ya que La
Niña que comenzó desde el otoño en septiembre de 2020, al haberse extendido
durante el 2021, si también entrado el invierno de 2022 persiste ella, el
“triple episodio” de la fase húmeda del fenómeno ENSO abarcaría, por primera
vez en el siglo, tres inviernos consecutivos para el hemisferio Norte. Vale
recordar que con La Niña 2010-2011, una de las más intensas de las últimas
décadas, además de legiones de damnificados y cuantiosas pérdidas en los medios
urbanos y rurales, Colombia debió enfrentar una tragedia por el exceso de agua
con 30 municipios requiriendo reasentamiento, caso Gramalote.
Pero en Colombia, sin desestimar
las acciones para enfrentar la pérdida de calidad del aire, en lugar de
resolver la vulnerabilidad de poblados que recurrentemente se inundan, le hemos
apostando a reducir emisiones sabiendo que las nuestras son irrelevantes, y
olvidando la urgencia de enfrentar la amenaza hidrogeológica de forma directa,
restableciendo los derechos bioculturales de los territorios.
Como ejemplo, el Pacto de Sumapaz de la Región Administrativa y de Planeación
Especial, declaró la emergencia climática para mitigar el calentamiento global,
con dicho instrumento que beneficiará un territorio de 16 millones de
habitantes, al asumir compromisos comunes para conservación de páramos,
seguridad hídrica y abastecimiento alimentario.
Y en el caso de Caldas donde
la conectividad vial ha colapsado, así se contemplen como zonas de alto riesgo
no mitigable sectores en donde la amenaza y vulnerabilidad muestran una alta
probabilidad de afectación severa a bienes e infraestructura, mientras se pueda
evitar la pérdida de vidas humanas que es lo fundamental, la apuesta del Estado
debe ser crear condiciones técnico-económicas favorables para facilitar la
ocupación del hábitat mejorado sin desestructurar el territorio, antes que
ordenar reasentamientos de áreas pobladas en alto riesgo, tal cual lo hizo el
Macroproyecto San José que generó un desalojo urbano.
*Profesor de la U.N. de
Colombia, Miembro Correspondiente de la Academia Caldense de Historia, Socio
Honorario de la SCIA y Socio de la SMP de Manizales. http://godues.webs.comManizales, noviembre 7 de 2022.
Imagen: Logo COP 27 – Egipto
2022, y Pronóstico para el ENSO en octubre 2022. del CPC0.
·Fragmentación
urbana y clima en Colombia. Por: Gonzalo Duque-Escobar. Profesor U.N.
de Colombia Sede Manizales. Referencia: Instituto de Estudios Urbanos. U.N. de
Colombia, febrero 13 de 2022.
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