Antonio Bernardi: un italiano que dejó huella en Colombia


El Tiempo. Opinión.  01 de octubre 2024

Por: José Miguel Alzate 

Isabella Prieto Bernardi es una periodista caleña con ancestros caldenses e italianos, que durante varios años trabajó en el periódico El País de Cali y, además, fue directora de Notipacífico, el noticiero del Canal Regional del Valle del Cauca. Pues bien, esta mujer que sabe escribir, se destaca por sus emprendimientos. En Cali creó la empresa consultora IPB, especializada en organizar eventos culturales. Su mayor pasión es escribir historias que, en su concepto, tienen el poder de transformar realidades. Como editora de libros se ha interesado por aquellos temas que tengan como fondo ideas inspiradoras, que aporten para el crecimiento personal de quienes las leen porque abren caminos, toda vez que muestran realidades concretas. Su libro Historias de la Bernardi cumple ese objetivo.

La autora Historias de la Bernardi es una mujer apasionada por conocer a sus ancestros, orgullosa de esa sangre italiana que lleva en sus venas y enamorada de los paisajes caldenses. Esa pasión la llevó a recorrer las tierras de sus antepasados. Quería descubrir de dónde venía el dinamismo de su abuelo Antonio Bernardi y cómo resultó casándose en Manizales con una hermosa mujer nacida en Caldas, quien tenía unas costumbres distintas a las de su tierra y, al mismo tiempo, unos principios inculcados por la tradición paisa. Isabella Prieto Bernardi regresó a la tierra de sus mayores, una población en los Alpes Italianos llamada Ponte nelle Alpi, en la provincia de Belluno, para encontrarse con sus raíces y empezar a escribir la historia de su abuelo. Además, recorrió el norte de Caldas para ahondar en su estirpe.

En Historias de la Bernardi, la periodista colomboitaliana que se declara admiradora de Oriana Fallaci narra cómo su abuelo llegó a Colombia en el año 1926, después de abandonar Italia una vez terminada la Primera Guerra Mundial, en la que su país tomó parte. Antonio Bernardi De Fina, un ingeniero constructor, combatió con el ejército italiano en los valles del Véneto. Allí le tocó vivir la ocupación de la ciudad de Belluno por las tropas enemigas. Italia quedó al borde de un desastre económico. Cansado de esa guerra, se embarcó en el puerto de Trieste hacia Argentina en el trasatlántico Neptunia. A este país llegó en 1922, y después de vivir en Ecuador, Perú y Bolivia arribó al puerto de Buenaventura, atendiendo una oferta para trabajar en la construcción del ferrocarril de Nariño.

¿Por qué razón el ingeniero Bernardi terminó en tierras caldenses y casándose con una caldense? Su nieta Isabella Prieto lo explica en un lenguaje periodístico, claro, sin afeites retóricos. En Manizales estaban ya los ingenieros italianos Angelo Papio y Giancarlo Bonarda. Habían llegado para trabajar en la reconstrucción de la ciudad después del incendio del 20 de marzo de 1926. Conocedores de su profesionalismo, enterados de que su compatriota estaba en Argentina le ofrecieron trabajo. Lo vincularon al proyecto para cambiarle la cara al centro de la ciudad. Antonio Bernardi se puso al frente de la higienización de Manizales, erradicando potenciales focos de epidemias al construir las redes subterráneas del acueducto y el alcantarillado, que para esa época corrían en desagües por la calle.

Historias de la Bernardi es una obra “en la que recupero la voz de mi familia, la italiana, la alpina, la paisa, la vallecaucana y la caleña, hombres y mujeres que sortearon infinidad de dificultades”, dice Isabella Prieto. Eso es el libro, en efecto. Una recuperación de la memoria para exaltar a un hombre que dejó huella en Caldas porque sus conocimientos sobre ingeniería fueron importantes para mejorar la calidad de vida de los manizaleños. Y, además, porque contribuyó en la construcción del edificio de la Gobernación de Caldas, del Palacio Arzobispal y de la Casa Estrada, joyas de la arquitectura republicana en Manizales. Un libro que nos enseña la vida de un ingeniero que, además, contribuyó a la renovación del centro de la ciudad de Armenia con la construcción de una plaza de mercado moderna.

El libro de Isabella Prieto Bernardi contextualiza la historia para mostrar cómo dos guerras mundiales cambiaron la vida de personas que, cansadas de las guerras, huyendo de la barbarie, se establecen en América Latina para dejar su impronta arquitectónica. Un libro que le permite al lector conocer detalles sobre aquellos conflictos porque habla de cómo afectaron a Italia, que vio sus ciudades destruidas. Y también de cómo los migrantes que llegaron a Colombia procedentes del eje Berlín-Roma-Tokio fueron estigmatizados por el Gobierno al ser considerados una amenaza para la seguridad nacional. A Bernardi le confiscaron una finca en Circasia y una casa en Cajicá. Ocurrió porque Colombia rompió relaciones con Italia, Alemania y Japón después del ataque japonés a la base naval de Pearl Harbor.

Antonio Bernardi, el ingeniero que en Cali se convirtió en un constructor respetado, echó raíces en Caldas. Todo porque contrajo matrimonio con una joven mujer de padres aranzacitas. Como lo dice su nieta, sin pensar que en esta tierra quedaría su sangre, aquí se enamoró perdidamente de esa muchacha de veintidós años, de belleza admirable, que se llamaba Camila Ospina Mejía. Era hija de Luis María Ospina García y Ana Joaquina Mejía Gutiérrez, un matrimonio que hacia los años 1890-1895 residía en este municipio del norte de Caldas. La conoció en Manizales, mientras caminaba por el parque San José, que era entonces un sitio de encuentro de familias respetables. El papá puso objeciones a la relación porque era extranjero. Tanto, que le pidió un certificado donde constara que era soltero.

Las obras que Antonio Bernardi ejecutó en Armenia incrustaron su nombre en la historia de esta ciudad como gran renovador urbanístico. El teatro Yanuba, de tres pisos, con excelente acústica; el pasaje comercial tipo europeo de la plaza de Bolívar; el edificio de rentas departamentales, con sus pórticos altos y una gran puerta de hierro forjado, construido antes de que el Quindío se segregara de Caldas; la plaza de mercado considerada monumento nacional, que fue derrumbada después del terremoto de 1999 para construir la nueva alcaldía y el colegio de las Bethlemitas fueron obras donde quedó el alma de este ingeniero que quiso a Colombia como si fuera su tierra. El libro de Isabella Prieto Bernardi, con fotos del álbum familiar, es un sentido homenaje al abuelo de quien ella se siente orgullosa.


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