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El Salado de Consotá, tiene una inversión de $1.150 millones, con los que se planea construir un museo arqueológico que conecte a Pereira y a la UTP
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A escasos 10 minutos del centro de Pereira se encuentra el Salado de Consotá, una reserva natural y arqueológica que contiene la memoria milenaria del planeta. A la que se llega por la entrada del motel As de amor, en la vía que comunica a la capital risaraldense con Armenia.
En el camino, se puede ver las rocas revestidas por ceniza volcánica de erupciones que no tienen registro en los libros de historia humana, pero que aún se conservan entre la vegetación.
El trinar de las aves acompaña el paso del río Consota que atraviesa el cañón formado por la lava que se asentó hace miles de años como si fuera el lecho donde descansan las rocas.
Desde el año 2000 Carlos López profesor e investigador de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP), tiene como proyecto potenciar ese lugar, en donde hay registro que los antepasados que habitaron el territorio, lo usaban para sacar sal y luego hacer intercambios con otros habitantes.
Gracias a su labor, y a la de otros trabajadores del Jardín Botánico de la universidad, lograron avanzar en la creación de un museo natural y arqueológico en el corazón del Eje Cafetero.
Aprovechando la celebración del día Mundial del Medio Ambiente, la Alcaldía de Pereira y la Universidad Tecnológica de Pereira UTP, dieron a conocer la suscripción de un convenio de articulación y financiación entre ambas instituciones para el desarrollo del Parque Museo Salado de Consotá.
Valor científico
De acuerdo a lo mencionado por el rector de la UTP, Luis Fernando Gaviria, la importancia de este territorio ubicado en el corazón del Eje Cafetero, son los hallazgos científicos e históricos.
“Desde que se hizo el descubrimiento de este sitio, se han venido realizando investigaciones en diferentes áreas que han dado como resultado importantes hallazgos. Hemos identificado restos arqueológicos, hornos de ladrillo, metales preciosos, archivos históricos y, de forma sorprendente, dos especies de microorganismos extremófilos desconocidos para la ciencia”, afirmó Gaviria.
Estos microorganismos extremófilos, hallados en las aguas salinas del lugar, tienen la particularidad de sobrevivir en condiciones ambientales extremas, y son de alto interés científico por su posible aplicación en biotecnología.
Además, los estudios realizados han permitido establecer que la zona ha sido habitada desde hace más de 300 años, con evidencias confirmadas mediante dataciones por carbono 14, lo que ubica al Salado de Consotá como un cruce de caminos de la historia precolombina y colonial, con vínculos que incluso alcanzan a los Reyes Católicos de España.
Un corredor verde de ciencia, historia y cultura
El proyecto contempla la construcción de un sendero étnico que conectará el Salado de Consotá con el campus de la Universidad Tecnológica de Pereira, el Jardín Botánico y un nuevo espacio denominado “La Conquista”, donde se proyecta crear un campus multicultural.
“Estamos diseñando un corredor ambiental que integre parques, zonas de reserva natural, ríos y senderos, donde podamos recrear no solo la naturaleza, sino también la historia y la vida de los pueblos originarios que habitaron este territorio”, explicó el rector.
La transformación de El Salado de Consotá, será una realidad gracias a una inversión del orden de $1.150 millones, de los cuales la Alcaldía de Pereira a través de la Secretaría de Planeación realiza un aporte de $600 millones y los $550 millones restantes, la UTP.
Dichos recursos se destinarán a la realización de estudios y diseños que darán forma al Parque Museo, el cual tendrá una proyección de desarrollo para los años 2026 y 2027, para este bien de interés cultural del orden nacional, que está incluido entre las 23 áreas arqueológicas protegidas de Colombia.
Un museo con sal y memoria
Uno de los elementos más emblemáticos del sitio es el llamado “ojo de sal”, un manantial salino que históricamente fue usado para extraer sal, un recurso esencial para la vida humana y animal.
“Hasta los años 60 se producía sal en el Salado y se vendía en las calles de Pereira. Es parte de nuestra historia, corta como ciudad, pero larga como territorio de intercambio y comercio”, señaló Gaviria.
El objetivo es consolidar un museo arqueológico y ambiental que recoja la historia del lugar, sus ecosistemas, la presencia de mamíferos, las culturas indígenas y los procesos geológicos que dieron origen a esta zona.
El profesor Carlos López, uno de los investigadores que ha liderado el proceso desde sus inicios, recordó que las exploraciones comenzaron en los años 2000 con un profesor alemán y con el respaldo del Ministerio de Cultura.
“Aquí ya vienen colegios, caminantes y hasta operadores turísticos, aunque la mayoría de los pereiranos aún no conoce este sitio. Pero es un lugar con un potencial inmenso que no podemos abandonar. Si no se cuida, corre el riesgo de ser usado de forma indebida”, advirtió.
López también resaltó que el sitio cuenta con la declaratoria de Área Arqueológica Protegida, y que desde 2004 cuenta con la presencia del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
Un sueño colectivo que empieza a materializarse
El proyecto, que se ha gestado por más de 20 años, comienza ahora a tomar forma con un enfoque integral que involucra investigación, divulgación, participación ciudadana y turismo responsable.
“Este es un sitio para la ciencia, la historia, la museología y la recreación de nuestros orígenes. Y hoy, gracias al compromiso de muchas personas, comenzamos a consolidar un legado para Pereira y el Eje Cafetero”, concluyó el rector de la UTP.
Con más de 99.000 metros cuadrados y una futura ampliación que alcanzará los 117.000 m², este espacio público se integrará al Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y contribuirá significativamente al cumplimiento del Plan de Desarrollo 2024–2027, que busca aumentar el indicador de espacio público de 3.1 m² a 7 m² por habitante.
Sin embargo, este proyecto que va más allá de las cifras, busca consolidar un espacio que articule identidad territorial, educación ambiental y cultura viva.
El Parque Museo Salado de Consotá incluirá senderos ecológicos, zonas de contemplación, espacios museográficos, talleres interactivos, juegos y escenarios para la integración comunitaria.
De esta manera, se convertirá en un lugar de encuentro para las familias,los estudiantes, los investigadores y los turistas, fortaleciendo el vínculo entre la ciudad, su historia y el entorno natural.
“Lo más interesante es hacerse la pregunta y contestar ¿cómo la gente utilizaba este espacio que hoy es de la ciudad?, pero que en el pasado también fue el cañón del río Consota y allí, pues... afloró sal y la sal es esencial para la vida. Y entender cómo la gente empieza a buscar la sal, a hacer los primeros cultivos, a generar las primeras relaciones con el entorno. Esa integralidad es lo que debemos comprender y es lo que hace parte de nuestra historia. No ver un hallazgo de una olla como aislado, sino en realidad, entender cómo se gesta la historia”, finalizó el profesor Carlos Eduardo López.
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