Una fiesta de la palabra en el Tolima

 

El Tiempo. Opinión. 24-09-2022.

Por JOSE MIGUEL ALZATE


Una verdadera fiesta de la palabra fue la que vivimos en Ibagué casi un centenar de

apasionados por las letras, que nos dimos cita en la tierra del bunde para celebrar, bajo el

arrullo de las aguas del río Combeima, los cincuenta años de creación de Pijao Editores, la

editorial independiente más importante de Colombia. Fiesta de la palabra porque durante

tres días de actividad académica solo se habló de poesía, de novelas, de cuentos, de ensayos

interpretativos de nuestra literatura, a la sombra de dos grandes novelistas colombianos: los

hermanos Jorge Eliécer y Carlos Orlando Pardo, glorias literarias del Tolima, que han

entregado su existencia al cultivo de las manifestaciones más puras del espíritu y que han

hecho del arte de escribir una actividad intelectual que les permitirá trascender en el

tiempo.

En sesiones académicas de siete horas diarias, durante tres días, escuchamos ponencias de

profesores universitarios de Estados Unidos, España, México y Colombia. Con la presencia

de William Ospina, quien le dio brillo intelectual a este evento, se le hizo un merecido

reconocimiento a la obra de estos dos quijotes de la cultura que a través de novelas y

cuentos de impecable factura literaria han honrado a su tierra, hablando de su historia y,

desde luego, de esa violencia que la asoló en la década del cincuenta del siglo pasado. Sus

libros, sus argumentos y sus calidades narrativas fueron analizados por estudiosos de sus

obras, que en ensayos profundos resaltaron el manejo del lenguaje, la pulcritud idiomática y

su importancia en la novelística colombiana, explicando las claves en su creación literaria.

Esta fiesta en torno a la palabra, que estuvo iluminada con la presentación de veintiocho

nuevos libros que llegan para demostrarle a los incrédulos que desde la provincia sí se

puede hacer empresa editorial con éxito y, por supuesto, apostarle a la consolidación de

nuestra literatura con obras de contenido estético, se inició con la presentación de Las

noches de la espera, la última novela escrita por Carlos Orlando Pardo, un libro donde

narra la angustia de un padre que despide a su hijo para otro país porque, por haberse

atrevido a denunciar hechos de corrupción, está amenazado de muerte. Isaías Peña

Gutiérrez, el padre de los talleres literarios en las universidades colombianas, fue el

encargado de llenar de música la Biblioteca Darío Echandía con su palabra cantarina en la

presentación de esta obra.


La trompeta mayor, que retumbó con su sonido en un auditorio atestado de amantes de la

palabra, fue Raymond Williams, el estudioso norteamericano que les abrió a los escritores

colombianos un espacio en las universidades de Estados Unidos para que allá los leyeran. A

través de Zoom se conectó desde el país del norte para explicar por qué promueve con tanto

amor a los autores nuestros en su patria y, además, por qué se interesó en traducir al inglés

la más celebrada novela de Jorge Eliécer Pardo, El jardín de las Weismann. Tres

aventajados alumnos suyos, que hoy son profesores en las universidades Millikin, de

Illinois; San Buenaventura, de Nueva York; y James Madison, de Virginia, disertaron sobre

la obra de los fundadores de Pijao Editorial, destacando la hermenéutica de sus libros.

En una fiesta que se respete nunca pueden faltar las mujeres. Y en esta fiesta vivida en

Ibagué ellas fueron las parejas perfectas para bailar al ritmo de las palabras en una pista

donde fueron luz gracias a su brillo intelectual. Escuchar a mujeres con una alta formación

académica exponiendo sobre la teoría de la novela o sobre su presencia como personajes en

la narrativa, despertó aplausos en el auditorio. Sus voces resonaron. Las menciono porque

por su consagración al estudio de nuestro proceso creativo son un ejemplo a seguir. Cecilia

Caicedo, Yenisei Montes de Oca, Paola Cañizales, Daniela Melo, Diana Dodson Lee,

Mariela Zuluaga, todas con doctorados y maestrías en literatura, parecían cantar con voz

dulce cuando leían sus ponencias. Había música en sus palabras.

La orquestación que le dio alegría a esta fiesta estuvo a cargo de dos expositores que

llevaron al público a reencontrarse con la exposición matizada de conocimiento literario.

Manuel Neila, critico español, extremeño, con doctorado en literatura de la Universidad

Complutense, presentó su libro La memoria herida, un estudio sobre la narrativa de Jorge

Eliécer Pardo donde destaca el humanismo del autor y su insistencia en escribir sobre esa

violencia que de niño le tocó vivir en El Líbano, el pueblo donde nació. El otro expositor

fue Álvaro Medina, autor de la novela Desierto en sol mayor. Habló sobre la vida de

Eutiquio Leal, tolimense, autor de la novela La hora del alcatraz, que fue guerrillero. Contó

que, como visitador médico, Leal se hizo amigo en Cartagena a Manuel Zapata Olivella.

La publicación de un libro es siempre una fiesta para quien lo escribe. En Ibagué hubo

también presentación de obras publicadas por Pijao Editores. Estudios sobre literatura,

novelas que narran tragedias, cuentos sobre hechos cotidianos y poemarios, donde la

palabra hace el milagro de exaltar la belleza, vieron la luz pública en medio de la alegría

solidaria con el autor de quienes hicimos presencia en la Biblioteca Darío Echandía.

Destaco el poemario El Fulgor, de Iván Beltrán, una voz nueva en la poesía

colombiana; Antología personal, cuentos de Andrés Elías Flórez narrados con gracia; La

catalana, novela de Mariela Zuluaga sobre la mujer que en Barcelona enamoró a Manuel

Zapata Olivella; El libro secreto de Milton Wholman, novela de Benhur Sánchez que

ratifica su excelsitud narrativa.

Esta fiesta fue un homenaje a los hermanos Pardo y, también, una evocación de esos

autores que han convertido la palabra en luz que ilumina el pasado del Tolima: Álvaro

Mutis y su amor por Coello, Héctor Sánchez y su trayectoria iluminada, Germán

Santamaria y su maestría narrativa, Eduardo Santa y su percepción de la violencia, William


Ospina y sus recuerdos de Padua, Policarpo Varón y su obra como cuentista. Aquí, además,

se les dio la bienvenida a cuatro escritores jóvenes: Andrés Flances, autor de La lanza de

Calarcá; Carlos Pardo Viña, autor de Los días del trueno; Oscar Perdomo Gamboa, autor

de Allá en la Guajira arriba y Miguel Diaz Caro, autor de Genética de los nombres. Todo

fueron percusionistas de esta gran orquesta de la palabra que amenizó la fiesta de las letras,

vivida en Ibagué.

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