Recordando un día caótico en Colombia: el 13 de junio de 1953. 1

Manizales, 13 de junio, 2023

Por: Guillermo Calvo Mahé

Hoy, 13 de junio de 2023, recuerdo el día hace precisamente setenta años, en el cual, por un breve tiempo, realmente cambió Colombia. Me faltaban seis semanas para cumplir siete años. Había sido desalojado de mi amada Manizales. Ya había vivido en Miami por casi un año. Era un niño víctima de la diáspora colombiana precipitada por la violencia que explotó el 9 de junio de 1948 (el día después de que nació mi hermanita Marina) con el asesinato del líder liberal, Jorge Eliécer Gaitán Ayala. Un magnicidio posiblemente sugerido (u ordenado) por la nueva Agencia Central de Inteligencia estadounidense. Sobre ese día, el 13 de junio de 1953, rigen bastantes opiniones y muchas consecuencias y, por eso, me ha interesado mucho. Pero no es fácil encontrar la verdad al respecto en medio de tanta propaganda partidista y de la aparente indiferencia por la objetividad y el abandono de la búsqueda por la verdad por parte de periodistas e historiadores.

A lo largo de mi vida (ya de más de tres cuartos de siglo) entender lo ocurrido ese día me ha importado mucho y, es por eso, usando las pocas fuentes objetivas disponibles, que lo estoy intentando investigar y reconstruir ahora. Qué lástima que aún no disponemos de vehículos que nos permitan visitar al pasado.

Para entender lo ocurrido, no en forma crítica sino empática, primero hay que poner a ese 13 de junio en contexto histórico, jurídico y constitucional. En demasiadas ocasiones he encontrado que la verdad se oculta por medio del punto de inicio en lo que se investiga Acciones que parecen carecer de razón se convierten en algo muy diferente cuando se examinan sus raíces en vez de ocultarlas, por lo menos en cuanto eso sea posible. No podemos, con los recursos disponibles, investigarlo todo, pero mucho sí.

Claro que las raíces de los eventos de ese día en 1953 involucran los siglos de inigualdad e injusticia que heredamos de la época colonial, y que los eventos de ese día se habían catalizado por las reformas propuestas por Gaitán en los años antes de su asesinato, y luego, por la violencia que resultó a causa de ese asesinato en 1948. Ese asesinato fue la flama que puso a escaldar la “pitadora” social que contaminaba al país con polarización y odio partidista heredado, odio heredado hasta que tuvo que explotar. Y explotó. Y la explosión social se manipuló. En vez de buscar cómo sanarnos, buscamos por todos lados cómo acabar con nuestros oponentes y, el presidente de turno, Mariano Ospina Pérez, no era de carácter sanador ni conciliador, sino inflamador. Y peor, nuestro gobierno estaba políticamente dividido con un congreso liberal y un ejecutivo conservador, ninguno dispuesto a acomodar al otro, sino a tomar ventaja donde quiera que se encontrara. Y en eso, la potencia extranjera que tanto nos ha manipulado tenía su mano firme, ya iniciando un conflicto mundial para asegurar que el capitalismo y la explotación que tanto les servía a sus clases dirigentes, aliadas con las nuestras, no fueran amenazados.


Con base en la irreconocible polarización política en la que nos encontrábamos en 1949, en específico, el 9 de noviembre de ese año, ocurrió un choque constitucional. El Congreso Liberal fue convocado para iniciar un juicio contra el entonces presidente Conservador, Mariano Ospina Pérez. Para evitar esa posibilidad, el presidente Ospina reaccionó, declarando turbado el orden público y por consecuencia, estableció Estado de sitio en todo el país. En eso habría tenido la razón, si su motivación no hubiese sido política. Pero era meramente política con el solo fin de salvar a su presidencia, no para darle el orden al país que tanto se necesitaba.

A sus órdenes, la policía se tomó las instalaciones del Congreso y, bajo dicha declaración, el presidente Ospina amparó una serie de decretos entre los que se encontraban: el cierre del Congreso y demás cuerpos legislativos departamentales y municipales; establecimiento de la censura de prensa (correos postales, telegramas y hasta las llamadas telefónicas); prohibición de todas las reuniones o manifestaciones públicas; otorgamiento de plenos poderes a los gobernadores de los departamentos para implementar dichas medidas; y, modificación del régimen de votación de la Corte Suprema de Justicia. Ese día la Constitución Colombiana de 1886 sufrió un infarto letal y se estableció una verdadera dictadura en el sentido de que, durante su vigencia, se abnegó el concepto político de división de poderes en diversas ramas, concentrándose todo el poder en la rama ejecutiva bajo el mando autocrático del presidente Conservador y de sus aliados y partidarios, apoyados por las fuerzas públicas y la Iglesia Católica.

Luego de 18 días del control absoluto de esa dictadura de facto, en elecciones presidenciales en las que solo participó el candidato Conservador, Laureano Eleuterio Gómez Castro (el candidato Liberal, Darío Echandía, se retiró de la contienda bajo la amenaza de asesinato), Gómez fue elegido presidente por un voto supuestamente popular de más que un millón a favor y solo veintitrés en su contra. ¡Veintitrés! Imagínese. Pues, en gobiernos autocráticos eso no es tan extrañó como seria en una democracia. Pero ni Ospina ni el nuevo presidente Gómez eran amantes de la democracia, ni de la libertad. Eran partidarios, como habían sido muchos durante la época después de la “primera guerra para ponerle fin a la guerra en el mundo”, del fascismo. Ellos habían sido francos admiradores del denominado “milagro italiano” y del “milagro Alemán”, los regímenes que, por medio del fascismo, en muy corto tiempo, habían logrado mucho adelanto en sus países, pues, … hasta que fueron destruidos en la “segunda guerra para ponerle fin a la guerra en el mundo”.

Como evidencia de lo anterior, al asumir la presidencia en agosto de 1950, Laureano Gómez rechazó la Constitución de 1886 (ya estéril dado el golpe de Estado del presidente Ospina Pérez) y convocó, de forma inconstitucional, una asamblea nacional constituyente con el fin de cambiar el régimen estatal colombiano a uno que fuera afín con el fascismo Español de esa época; pero, por razones de salud, Gómez abandonó su cargo como presidente antes de que esa asamblea nacional constituyente se organizara, asignándole la presidencia a su designado, Roberto Urdaneta Arbeláez, quien se posesionó el 5 de noviembre de 1951.

El Congreso de 1951 aprobó en primera legislatura el proyecto para convocar esa asamblea nacional constituyente y el 9 de diciembre de 1952, ese acto legislativo fue adoptado. Supuestamente, esa asamblea no tendría funciones legislativas (esas seguirían en manos del Congreso), y no podría modificar el período en curso del presidente, del “presidente designado” o del Congreso. “Supuestamente”.

En mayo de 1952, el gobierno del presidente ad hoc, el señor Urdaneta, creó una comisión de estudios constitucionales la cual terminó sus funciones el 10 de febrero de 1953 y le envió al gobierno el proyecto acordado. El gobierno del señor Urdaneta acogió, en parte, las ideas propuestas por la comisión, pero en otras hizo modificaciones. De todos modos, el proyecto de  remplazo constitucional debía de haber sido sometido a la ya aprobada Asamblea Nacional Constituyente, cuyas sesiones se debían de iniciar el 15 de junio de 1953. Pero así no ocurrió. 2

Del 9 de abril de 1948 al 13 de junio de 1953, el país vivió una época de guerra civil muy violenta entre los adherentes del partido Conservador, que en forma dictatorial controlaban el aparato del Estado, y los rebeldes Liberales opuestos a la dictadura ilegitima de dicho partido, agravada por la polémica y las ordenes de Laureano Gómez, quien, aunque había abandonado su cargo presidencial por razones de salud, seguía como jefe del partido Conservador y, al parecer, tácitamente manejaba el gobierno de Roberto Urdaneta.

En 1953 la violencia había llegado a grados intolerables para casi todos, pero no para el señor Gómez. Tanto Liberales como Conservadores (incluyendo los ex presidentes Mariano Ospina Pérez y Roberto Urdaneta Arbeláez, y los políticos Gilberto Alzate Avendaño y Lucio Pabón Núñez), buscaban alguna salida e iniciaron discusiones con el jefe de las fuerzas armadas colombianas, el popular teniente general Gustavo Rojas Pinilla, explorando la posibilidad de un cambio de gobierno, ese cambio a realizarse utilizando la figura de la Asamblea Nacional Constituyente, para lograrlo. Enterándose de esas discusiones y para evitar esa posibilidad, el supuestamente ex presidente Gómez solicitó la renuncia de su designado como presidente para retomar el cargo y deponer al general Rojas Pinilla. Eso fue lo que se intentó ese 13 de junio, pero no había provisión constitucional para ese escenario sin el apoyo o del Congreso o de la Asamblea Nacional Constituyente, una de las cuales tendría que aprobar la reasunción del poder presidencial por parte de Gómez. 3

Los hechos de ese día, obviamente generaron enorme confusión de la cual se aprovecharon los opositores Conservadores del señor Gómez, los mismos que lo habían hecho elegir como presidente. Antes del 13 de junio, ellos habían conseguido el apoyo de importantes Liberales, de líderes de las fuerzas militares y judiciales, y de la gran mayoría del Pueblo colombiano para deshacerse del señor Gómez, remplazándolo con el general Rojas Pinilla. Y así ocurrió. Esa sucesión inusual (cualquier sucesión ese día habría sido inusual) fue ratificada cinco días después (el 18 de junio) por esa misma Asamblea Nacional Constituyente inicialmente convocada por el señor Gómez al asumir la presidencia con el fin de remplazar la constitución supuestamente vigente.

Para razonar su decisión amparando la delegación de poder presidencial al general Rojas Pinilla, la Asamblea Nacional Constituyente adjudicó que el 13 de junio el cargo de presidente se había encontrado vacante, habiéndose abandonado tanto por Laureano Gómez como por Roberto Urdaneta, y, por medio de un acto legislativo (supuestamente prohibido) confirmó a Rojas Pinilla como presidente de Colombia para el resto del periodo presidencial que terminaba el 7 de agosto de 1954, notando que el general gozaba del amplio respaldo de las fuerzas políticas, económicas y religiosas del país. El Congreso, que supuestamente gozaba del monopolio sobre el uso del poder legislativo, al parecer, no opino al respecto.

Entonces: ¿Ocurrió un golpe de estado el 13 de junio de 1953, o será más bien que se puso fin al golpe de estado del 9 de noviembre de 1949? ¿Fue “dictador” Gustavo Rojas Pinilla”? ¿Fue “tirano”? ¿Era fascista?

Los conceptos histórico-jurídico-constitucionales de la “tiranía” y de la “dictadura” no son bien entendidos en la actualidad, considerándose meramente como peyorativos. Lo mismo que ocurre con el concepto del “fascismo”. En su sentido clásico, su sentido una vez jurídico-constitucional (cuando la palabra y el concepto todavía tenían sentido), un “tirano” podría ser bueno o malo, pero había asumido el poder en contra de las normas entonces vigentes, casi siempre una revolución oligarquista o posiblemente democrática, en contra de un monarca o de otro tirano. Entre los mejores y más democráticos gobernantes de la antigua Atenas se encontraban tiranos (e.g., Clísatenos). También, en forma parecida, el concepto de dictadura era un concepto honorable y constitucional en la antigua República Romana, y ese concepto siguió “honorable” hasta la supuesta Ilustración. Implicaba solamente el rechazo de la división de poderes y de la fragmentación de la soberanía durante periodos de emergencias existenciales, donde, por acto del Senado, todo el poder del Estado se le entregaba a una sola persona (e.g., Lucio Quincio Cincinato). Algo sinónimo con lo que ocurre en la actualidad cuando se declara un Estado de sitio.

Entonces:

 Gustavo Rojas Pinilla probablemente no se debe considerar como tirano ya que la legitimidad de sucesión en Colombia era inexistente desde el golpe de estado del 9 de noviembre de 1949, y de todos modos, el cargo de presidente se encontraba por lo menos indefinible para el 13 de junio de 1953.

 Dictador, sí, pero por medios legales y hasta constitucionales dado el existente Estado de sitio declarado por el presidente Ospina y aún vigente el 13 de junio 1953.

¿Y qué de fascista?

El fascismo involucra un régimen platónico en su origen, donde el bienestar del Estado es supremo y se logra por la colaboración forzada entre todos los segmentos de la sociedad en temas tanto económicos como políticos, bajo el liderazgo de un dictador. Por lo tanto tiene aspectos totalitarios donde la libertad personal es poco relevante. Si así lo definimos, entonces, el fascista de esa época, el que buscó imponer un régimen fascista en Colombia por medio de la adopción de una nueva constitución corporativa, ese fue, sin duda alguna, el mismo Laureano Eleuterio Gómez Castro, no fue Rojas Pinilla, quien, en su filosofía política, era más que todo progresista y populista y campeón de los derechos de los más humildes (como claramente se demostró en sus numerosas propuestas, obras y éxitos). Eso en nada implica que era perfecto, o que no existía corrupción en su administración, o abuso del poder, pero de fascista o de la figura tiránica que tanta de nuestra historia, escrita por sus detractores y oponentes, lo acusa, pues poco.

En 1957 resultó un evento que realmente involucraba un golpe de Estado cuando, como resultado de protestas masivas organizados por las mismas fuerzas políticas que lo pusieron en el poder, el entonces presidente Rojas Pinilla rindió su posición como presidente a favor de una junta militar cuya lealtad era a favor de un denominado “frente nacional”, el cual, liderado por el mismo Laureano Gómez aliado con el ex presidente Liberal, Alberto Lleras Camargo, acordó, en forma tanto tiránica como dictatorial, compartir la totalidad del poder político entre sus dos partidos en forma alternativa, excluyendo a toda otra expresión política del poder. Claramente algo jamás previsto en esa pobre constitución moribunda, … la de 1886.

Entonces, siempre me he preguntado, ¿qué le paso al enorme apoyo con el que Gustavo Rojas Pinilla inició su administración?

Pues, ... quienes inicialmente lo apoderaron incluían muchos de los líderes políticos, cívicos, sindicales y religiosos de su época, los más conservadores y tradicionalistas 4 , y ellos esperaban un régimen militar custodio, un régimen que le diera fin a los horribles conflictos interpartidistas que ellos mismos iniciaron después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán Ayala. Pero ellos aspiraban que el general mantendría el estatus quo social y económico, ellos aspiraban que Rojas Pinilla mantendría tranquilo el feudalismo colombiano tradicional.


Pero esos líderes políticos que habían empoderado a Rojas Pinilla se habían equivocado sobre su carácter y sus aspiraciones para el Pueblo colombiano. La visión de ellos no era la visión del entonces teniente general colombiano, un normalista de la Escuela Normal de Varones de Tunja, graduado de la Escuela Militar Nacional e ingeniero civil graduado del prestigioso programa universitario de ingeniería del Tri-State College de los Estados Unidos. Su visión era la de un reformista muy progresista, quizás al estilo de Juan Domingo Perón de Argentina, no de Francisco Franco. Su biografía oficial en los archivos oficiales de la presidencia colombiana 5 destaca muchos de sus logros, incluyendo, entre muchos otros, los siguientes: 

…. fortaleció la educación popular práctica y tecnológica, la educación rural con nuevas tecnologías agrícolas y la cultura popular. Estimuló los programas de las Escuelas Radiofónicas de Sutatenza y la programación de la televisión educativa, que se inició en Colombia durante su administración. La cultura popular no debía estimularse con medios rudimentarios, sino aprovechando los medios tecnológicos más avanzados: la televisión, la radio, el teatro, la imprenta y todos los medios que llevan a la superación cultural.

…. auspició la construcción de numerosas obras, destacando entre ellas las siguientes: la terminación del ferrocarril del Atlántico; la pavimentación de la mayor parte de las carreteras troncales del país; la creación del SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje), el Banco Popular, el Banco Ganadero; la construcción del aeropuerto El dorado y 18 más; la construcción de acueductos, alcantarillados, avenidas, carreteras y numerosas obras de infraestructura en pueblos de distintas regiones colombianas. Introdujo la televisión en el país, y automatizó la telefonía urbana y rural para el fortalecimiento de las comunicaciones. Durante su administración se terminaron las obras de Acerías Paz de Río y el Hospital Militar. Como buen "maestro", egresado de la Escuela Normal de Varones de Tunja, Rojas Pinilla se propuso la creación de numerosas escuelas, colegios y universidades; creó, organizó y dio especial apoyo a la Universidad Pedagógica ' de Colombia con sede en Tunja, elevando a esta categoría a la antigua Normal Superior Universitaria de Colombia.

Además de lo anterior, otorgó “la amnistía para los alzados en armas, principalmente para los guerrilleros de los Llanos Orientales, del Tolima, de Antioquia y de otros departamentos y territorios nacionales azotados por la violencia”, algo muy parecido a la “Paz Total” a la que aspira el gobierno actual. Y no se puede olvidar que fue el “dictador” Gustavo Rojas Pinilla, quien les consiguió el voto a las mujeres colombianas.

¿Qué presidente en la historia de nuestro país ha logrado más? 6

El progresismo, demostrado por medio de los hechos mencionados, fue su decaída ya que los poderosos habituales de las clases tradicionales, tanto Liberales como Conservadores, con el apoyo de los medios de comunicación más reconocidos y la misma Iglesia Católica lo llegaron a considerar un rebelde intolerable. Se atrevió a establecer “…. un impuesto sobre los ingresos y sobre el patrimonio golpeando a los sectores más ricos de la sociedad” y “…. [p]ara facilitar el manejo de las licencias de importación creó dos bancos públicos, medidas que los bancos privados consideraron como competencia desleal”.

Así murió por mucho tiempo el sueño progresista de nuestro país, haciéndoles claro a los políticos de turno que les esperaría si se atrevían a perturbar las tradiciones elitistas de los poderosos en nuestro país. Y hasta el 2022, ningún otro progresista había logrado asumir a la presidencia.


Hoy, otro Gustavo se encuentra como residente principal en la Casa de Nariño, al parecer, intentado reformas parecidas a las del supuesto dictador Rojas Pinilla. Y el nuevo Gustavo se encuentra en lo que parecen ser inicios de otro contraataque conservador, un contraataque elitista y feudalista, un contraataque demasiadamente parecido al que destituyó a Rojas Pinilla, y que luego, al parecer, le robo un intento en el 1970 de lograr de nuevo la presidencia, pero por medios más tradicionales que los de ese día en junio de 1953.

¿Sera que, como siempre, las calcificadas fuerzas elites de nuestro país lograrán engañar al Pueblo para convencerlo que son más cómodas las cadenas acostumbradas que la transparencia, la libertad, la equidad, la justicia y el desarrollo sostenible equitativo?

Las elites de siempre tienen todas las fuerzas de la comunicación masiva a su lado, e infiltrados en la burocracia, y aliados en la procuraduría y en el Congreso y en la judicatura. El cambio nos incomoda y nos asusta aunque sea de nuestro beneficio. Nuestras almas buscan garantías antes de cambiar sus costumbres. Pero garantías reales no existen, y quienes las prometen solo nos engañan.

Entonces, ¿Qué ha de ser de nosotros y de nuestros hijos y de nuestros descendientes? ¿Qué heredarán de nosotros? ¿El miedo? ¿O un mundo donde realizar todas sus capacidades se considere normal? ¿Será que cuando nos piensen, nos darán sus bendiciones por nuestro coraje e iluminación, o sus maldiciones por el mundo en el cual los abandonamos?

Lamentablemente, hechos y verdad parecen ya no importar. Rigen las calumnias, las distorsiones y las mentiras, todas útiles para los poderes del instante, razones por las cuales hoy en día, aprender de las lecciones de la historia parece casi imposible. Pero “casi imposible” no es sinónimo con “imposible”, entonces, mucho vale la pena investigar, buscando la verdad en forma independiente.

Y, si se logra encontrar, compartiéndola y sobre ella, actuando. Algo sobre cual reflexionar.

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* Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia.

Aspira ser poeta y a veces se lo cree. Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, es columnista del noticiero regional, Guasca FM y del periódico regional, el Observador, y edita y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en Substack.com/. Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida). Sin embargo, también está fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía. Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.

1 La siguiente información fue derivada principalmente desde Ayala Diago, César Augusto (2017, revisado 2022): “El cierre del congreso de 1949: Un Decreto de Estado de Sitio dejo a los congresistas en la calle”; Biblioteca Virtual/Credencial Historia/Numero 162; Banrepcultural, la red cultural del Banco de la Republica de Colombia. Bogotá. Gómez Latorre, Armando (1991): “La Constituyente de 1952-54”; El Tiempo, 19 de febrero 1991; Bogotá. “Gustavo Rojas Pinilla”, Republica de Colombia, Sitio de archivo de la Presidencia, 2002-2010, disponible en el Internet al http://historico.presidencia.gov.co/asiescolombia/presidentes/55.htm, acceso el día 5 de junio, 2023.

2 Los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente fueron nombrados por el Congreso, por el Presidente ad hoc, por la Corte Suprema y por el Consejo de Estado con la adición de 10 representantes gremiales seleccionados por la Andi, Fenalco, la Asociación Bancaria, la Federación Nacional de Cafeteros, las asociaciones cooperativas y los sindicatos. Por lo tanto, su membrecía no era solamente política sino también, al estilo fascista, corporativa.

3 Aunque la reunión inicial de la Asamblea Nacional Constituyente estaba convocada para el 15 de junio, anticipando los planes del señor Gómez, por interlocución de, entre otros, Mariano Ospina Pérez, Roberto Urdaneta Arbeláez, Gilberto Alzate Avendaño y Lucio Pabón Núñez, se aceleró la apertura de la Asamblea para el 5 de junio y entonces, la Asamblea Nacional Constituyente se encontraba en sesión cuando el señor Gómez buscó de nuevo asumir el poder presidencial, pero sin aval alguno.

4 En ese contexto se ha de entender, que el partido Liberal, en realidad, no era “liberal”, solo menos conservador que el partido Conservador.

5 “Gustavo Rojas Pinilla”, Republica de Colombia, Sitio de archivo de la Presidencia, 2002-2010, disponible en el Internet al http://historico.presidencia.gov.co/asiescolombia/presidentes/55.htm, acceso el día 5 de junio, 2023.

6 Y no era militar de desfiles, como son tantos de los hijos de los poderosos tradicionales, los pocos quienes, por meras apariencias, prestan servicio militar. Sirvió en la guerra entre Colombia y el Perú y como representante de Colombia al alto mando de las Naciones Unidas durante la acción militar en Corea. En 1936 fue enviado a Alemania para investigar la producción de municiones y, ascendido a mayor del ejército, cuando regreso a Colombia, fue nombrado jefe del departamento técnico de la fábrica de municiones. En 1942 fue nombrado director de la Escuela de Artillería, en 1944 fue nombrado subdirector de la Escuela de Guerra y en 1945 fue nombrado director de la Aeronáutica Civil. A finales de 1946, el entonces coronel Gustavo Rojas Pinilla fue nombrado comandante de la Primera Brigada con sede en Tunja, su ciudad natal, y en 1948, fue nombrado comandante de la Tercera Brigada en Cali. 1949 vio su ascenso al grado de general de la República y el año siguiente, fue encargado de la Dirección General del Ejército Nacional. En diciembre de 1949, el presidente Mariano Ospina Pérez lo nombró ministro de Correos y Telégrafos.

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ENLACES U.N. 


Acuerdo Climático: avance necesario pero insuficiente.

Acuerdo sectorial ganadero.

Agricultura sostenible: reconversión productiva en la cuenca del río San Francisco.

Agua y Clima en la Ecorregión Cafetera.

Aprendizajes en procesos participativos de reconversión productiva: cuenca del río San Francisco.

Árboles, poblaciones y ecosistemas.

Áreas Protegidas del Centro-Sur de Caldas y PND 2023-2026.

Bioma amazónico en severa amenaza.

Biodiversidad y agua a cambio de emisiones.

Boletines Ambientales del IDEA -U.N.

Bosques en la cultura del agua.

Bosques, fundamentales como sumideros de carbono.

Bosques para la Estabilidad del Medio Ambiente.

Bosques: regulación hídrica y pluviométrica.

Caldas en la biorregión cafetera.

Calentamiento global.

Cambio climático en Colombia: La Amenaza.

Cambio Climático y Pasivos Ambientales del Modelo Urbano – Caso Manizales.

Cambio climático y gestión ambiental en Caldas.

Caso de la amenaza para el gasoducto en Cerro Bravo.

Ciencia, Tecnología y Sociedad CT&S. 

Ciencias Naturales & CTS.

Clima, deforestación y corrupción.

Clima: las heladas.

Colombia: agro y nueva ruralidad.

Colombia biodiversa: potencialidades y desafíos.

Colombia, país de humedales amenazados.

Colombia, trópico andino y agua.

Crisis y opciones en el Río Grande de Colombia.

Cuatro PNN, patrimonio natural de la Ecorregión Cafetera.

Chinchiná Siglo XXI.

Daño a reserva forestal que protege a Manizales.

Degradación del hábitat y gestión ambiental.

Desarrollo urbano y huella ecológica.

Dinámicas Territoriales y Paisaje Cultural Cafetero PCC.

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