Cambio climático y megaincendios 2023/24

 

El cambio climático fue el motivo por el que los megaincendios de 2023-24 fueron tan extremos en dimensión, muertes, desplazamientos y destrucción de la naturaleza; y de no reducir drásticamente las emisiones de CO2 y desarrollar medidas de adaptación, los fuegos serán más frecuentes los próximos años.


“Cambio climático hizo más extremos los megaincendios de 2023/24”

Así lo indicó el ‘Estado de los Incendios 2023/24’, publicado este miércoles en la revista Earth System Science Data.

Así lo pone de manifiesto el informe "El Estado de los Incendios 2023/24", recogido este miércoles en la revista Earth System Science Data y realizado por cuatro prestigiosos centros británicos, entre ellos su agencia nacional de meteorología.

El estudio hace balance de los fuegos extremos ocurridos de marzo de 2023 a febrero de 2024, analiza sus causas y realiza proyecciones a futuro centrándose en los grandes incendios de esa temporada, ocurridos en Canadá, la Amazonía (especialmente en la parte brasileña) y Grecia.

En el caso de Canadá, se quemaron más de 150.000 kilómetros cuadrados, hubo que evacuar a 232.000 personas y 8 bomberos perdieron la vida.

En el estado de Amazonas (Manaos, Brasil), en zonas vecinas de la Amazonía occidental, y en Chile, Bolivia, Colombia y Venezuela occidental hubo récord de incendios debido a una sequía sin precedentes.

En Grecia, el incendio de Evros quemó unos 900 kilómetros cuadrados y fue el peor registrado nunca en Europa.

Las peores cifras de muertes atribuibles al fuego en la pasada temporada de incendios se dieron en Chile (131 muertes), Hawái (100), Argelia (34) y Grecia (19).

La tormenta perfecta

Los científicos han documentado cómo la contaminación humana causa una perversa retroalimentación: el cambio climático provoca más incendios y las quemas aumentan los niveles de CO2 en la atmósfera causando más calentamiento.

En la temporada 2023/24, las emisiones de CO2 causadas por los incendios forestales fueron un 16% superiores a la media: con 8.600 millones de toneladas de dióxido de carbono, la cifra más alta de contaminación atmosférica atribuible al fuego desde 2003.

La cifra total quemada por el fuego la pasada temporada, 3,9 millones de kilómetros cuadrados, estuvo en la media de las dos últimas décadas, por lo que el impacto tan negativo en las emisiones se debió a que los incendios se cebaron en los bosques densos, que además son los que más tardan en recuperarse de las llamas (siglos en muchas ocasiones).


Probabilidad de incendios

El cambio climático alimenta las condiciones cálidas y secas que constituyen el caldo de cultivo de los incendios, y los investigadores subrayan que debido al calentamiento los fuegos extremos fueron 20 veces más probables de lo normal en la Amazonía la pasada temporada, 3 veces más en Canadá y 2 veces más en Grecia.

Además, los investigadores han estudiado cuál habría sido la extensión de esos incendios sin el contexto de impactos climáticos en el que se produjeron, llegando a la conclusión de que hubiera sido un 18 % menor de la que fue.

En el caso de Canadá y Grecia, la transformación del paisaje por el hombre, con actividades como la agricultura, silvicultura o gestión forestal, ayudó a frenar las llamas; mientras que en el caso de la Amazonía fue al contrario y la deforestación o la degradación del suelo por el hombre amplificó la vulnerabilidad.

"En muchos bosques tropicales como la Amazonía, la deforestación y la expansión de malas prácticas agrícolas han exacerbado los efectos del cambio climático sobre el riesgo de incendios forestales, dejando estos ecosistemas vitales más vulnerables", señala Chantelle Burton, investigadora de centro de meteorología británico (Met Office) en rueda de prensa.

Las llamas dependerán del nivel de mitigación

De continuar en un escenario de altas emisiones, como el actual, los megaincendios serán 6 veces más frecuentes en Canadá de aquí a finales de siglo, 3 veces más en la Amazonía occidental y 2 veces más en Grecia.

Burton lo ha ejemplificado así: "Uno de cada dos canadienses nacidos hoy tendrán posibilidades de sufrir las consecuencias directas de un gran incendio, frente a 1 de cada 10 de los nacidos en la década de los 40 del siglo pasado".

La probabilidad de megaincendios en el futuro (2090) dependerá de cómo se empeore o no el cambio climático, advierten los investigadores.

En un escenario de emisiones altas habrá entre un 65 y un 90 % de posibilidades, un 48-84 % en un contexto de emisiones medias-altas y un 19-76 % en un escenario de bajas emisiones.

La frecuencia e intensidad de los grandes incendios puede reducirse hasta dos tercios en Canadá en un escenario de bajas emisiones, y no aumentar ni en la Amazonía ni en Grecia.

Aun en el mejor de los escenarios, el cambio climático ya acumulado seguirá afectando negativamente a los incendios por lo que los expertos insisten en la importancia de desarrollar con urgencia planes de adaptación robustos y una buena gestión del suelo.

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¿Cuál es la relación entre los incendios forestales y el cambio climático?
En las últimas décadas, el calentamiento del planeta ha intensificado incendios que destrozaron enormes áreas forestales.
Por Alejandra Borunda

Publicado 21 sep 2020, 09:52 GMT-3




El incendio Creek, en el Bosque Nacional Sierra de California, ha destruido cientos de miles de hectáreas. Se propagó debido a la presencia de una gran cantidad de árboles muertos y súper secos; el cambio climático contribuyó a que murieran y se secaran.Fotografía de Stuart Palley, National Geographic


Según ha demostrado la ciencia, el cambio climático ha avivado los incendios más grandes e intensos de todo el oeste de Estados Unidos durante las últimas décadas. El aumento de la temperatura, los cambios en los patrones de lluvia y nieve, los cambios en las comunidades de plantas y otras alteraciones relacionadas con el clima han aumentado enormemente la probabilidad de que se produzcan incendios, y de mayor intensidad y amplitud que en el pasado.


La escala e intensidad de los incendios forestales en el oeste de Estados Unidos en este momento es "asombrosa", dice Philip Higuera, científico de incendios forestales y paleoecólogo de la Universidad de Montana. Este año, ya se han destruido más de 2 millones de hectáreas, y es posible que todavía se provoque más daño.


Noah Diffenbaugh, climatólogo de la Universidad de Stanford, hace una analogía con el béisbol para describir el aumento del riesgo. “Si (en béisbol) durante un jonrón, hay 2 jugadores en la base, definitivamente es el jonrón lo que hizo que los jugadores rodearan las bases y anotaran. El jonrón es la causa del evento. Pero las personas que están en la base importan", explica, y el calentamiento global está poniendo a la gente en la base.


Otros factores también aumentan el riesgo de incendio, como las decisiones de gestión forestal que han dejado que grandes cantidades de vegetación se acumularan y luego sirvieran de combustible para los incendios, u otras cuestiones más problemáticas como la construcción de casas y otros edificios en áreas de riesgo. Pero con respecto a los incendios cerca de la llamada interfaz urbano-forestal, así como los desastres en bosques más alejados, el cambio climático ha sido el responsable de aumentar los riesgos de forma significativa.
Como una esponja sedienta


En cierta forma, el fuego es simple. Para que ocurra un incendio se necesitan tres ingredientes: el clima y las condiciones climáticas adecuadas, mucho combustible y una chispa.


“La gente está afectando los tres componentes”, cuenta Jennifer Balch, ecóloga de incendios de la Universidad de Colorado, Boulder. "El cambio climático no es lo único que influye, pero es una parte grande e importante". (Las combustiones que inician los humanos constituyen, claramente, una parte importante del riesgo: un estudio publicado en septiembre, en el que Balch fue coautor, reveló que los humanos eran responsables del 97 por ciento del origen de los incendios que luego amenazaron los hogares en las zonas de la interfaz urbana-forestal, entre 1992 y 2015).


El cambio climático ha afectado los dos primeros componentes (y en algunos casos, el tercero) de formas claras y mensurables, cada vez más evidentes en las últimas décadas.


Esto se observa claramente en el calentamiento de la temperatura del aire. El calentamiento del planeta viene aumentando desde el comienzo de la Revolución Industrial a fines del siglo XIX, cuando los humanos comenzaron a quemar cantidades masivas de combustibles fósiles, y fueron liberando dióxido de carbono, que condensa el exceso de calor en la atmósfera. Desde entonces, las temperaturas promedio en todo el mundo han aumentado aproximadamente 1 grado Celsius; En California, el aumento está más cerca de los 2 grados Celsius. Desde la década de 1980, el calentamiento viene aumentando poco menos de 0,2 grados Celsius por década, y es probable que se acelere aún más en el futuro.


Quizá no parezca una cifra demasiado alta, pero eso alcanza para ocasionar graves daños en el medio ambiente. El aire caliente, si no tiene un 100 por ciento de humedad, actúa como una esponja sedienta: absorbe el agua de todo lo que toca: plantas (vivas o muertas) y tierra, lagos y ríos. Cuanto más caliente y seco es el aire, más succiona y la cantidad de agua que puede contener aumenta exponencialmente a medida que aumenta la temperatura; un pequeño aumento en el calor del aire puede significar un gran aumento en la intensidad con la que absorbe agua. Los científicos se encargan de medir el déficit de presión de vapor, la diferencia entre la cantidad de agua que contiene el aire y la que podría contener. Si ese déficit aumenta a lo largo del tiempo, los suelos y la vegetación acaban secándose.
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