La carta de hace un siglo. Una lección de historia

 Crónica del Quindío.

Quindío / NOVIEMBRE 19 DE 2024 / 4 días antes

Autor : Roberto Restrepo Ramírez

La carta de hace un siglo. Una lección de historia

El archivo histórico del municipio de Filandia conserva importantes documentos del pasado, reflejando una persistente indiferencia hacia la historia local.

Muy a propósito de la situación de mi pueblo Filandia, frente a la suerte de su Archivo Histórico, quiero compartirles la siguiente carta, escrita hace exactamente un siglo por mi tío Roberto Restrepo y enviada al presidente del Concejo Municipal de entonces.

Roberto Restrepo (Filandia, 1897 - Bogotá, 1956) era el hermano mayor de mi padre. Médico, filólogo y cineasta, produjo un gran acervo documental y bibliográfico. Aunque se radicó en Manizales, primero, y luego en Bogotá, siempre tuvo a su tierra natal presente en su intensa actividad intelectual y profesional.

Generó una significativa carta, dirigida al Presidente del Concejo Municipal de Filandia el 19 de noviembre de 1924, para aclarar la semántica de otro escrito suyo.
Es curioso que, exactamente un siglo después de enviarse dichas líneas, yo, como su sobrino, y también preocupado por la indiferencia hacia la historia, tenga que decirle al señor Alcalde, a los Honorables Concejales y a gran parte de mis coterráneos lo que el tío Roberto afirma en uno de sus párrafos:
"Yo no sabía que en esta población se supiera tan poco de historia..."
Qué curioso que, un siglo después, sigamos con esta actitud ante los hechos históricos, como el que el tío Roberto explícita en esa misiva.
Es, además, uno de los miles de documentos antiguos que reposan en el Archivo Histórico de Filandia, el que hoy todos nos empeñamos en defender.
A continuación, la transcripción de aquella lección de historia (la carta):

Señor Presidente del H. Concejo

Presente
Muy estimado amigo:
Con relación a una frase de una nota mía a la Sindicatura, que se leyó en el H. Concejo, en que decía "regaño como a cualquier hijo de zapatero", frase a la que se ha dado una interpretación errada, como se me ha informado hoy en la calle, tengo que hacer la siguiente rectificación:
Poco antes del 20 de julio de 1810, se hallaba don Jorge Tadeo Lozano con algunas diferencias con los Oidores. Eran en aquel tiempo tan escasos los que ejercían la zapatería en Santa Fe, que había que tratar a los zapateros con todas las consideraciones posibles, porque eran un elemento indispensable allí, y que podía bloquear a la aristocracia cuando bien lo tuvieran para no prestarles sus servicios. Fue entonces cuando Tadeo Lozano, en una nota a los Oidores, les decía: "Sus Señorías tienen tan buen tacto político que a los americanos nos tratan con regalos como para cualquier hijo de zapatero".
Quería Tadeo Lozano decir con esto que les daban reprensiones muy dulces para que no se les enojaran, porque en cualquier momento podían necesitar a los americanos, como había sucedido pocos años antes cuando España necesitó el concurso de los americanos en las guerras contra José Bonaparte.
Desde entonces, se hizo popular esta frase, sobre todo en los círculos políticos bogotanos, para indicar aquellas notas, que no obstante lo duras en su fondo venían en palabras almibaradas para los que no estuvieran informados y que no fueran actores de algún debatido asunto.
Y esta frase, que tomé para darle el significado que hasta hoy se le ha venido dando, ha servido de pobre arma para que el señor Síndico se haya presentado a todos los artesanos de la población haciéndoles entrever en esta frase un desprecio de mi parte hacia el H. gremio de zapateros de esta población, personas todas honradas, a quienes en ninguna manera he querido aludir.
Yo no sabía que en esta población se supiera tan poco de historia y no se conociera el origen y significado de esta frase, que conocen hasta los niños de la escuela primaria de cualquier otra parte.
Muy al contrario, señor Presidente: El gremio de zapateros de esta población me merece un altísimo concepto, porque yo en cada obrero veo un héroe de ese elemento conquistador que engrandece las naciones, que es el trabajo, que con su influjo retira el ocio, y con él, la corrupción de los pueblos.
Para mí vale más un zapatero con su mano encallecida por el trabajo y su corazón ennoblecido que uno de esos entes de corbata y zapatos que, para matar su ocio, van por las calles y plazas en siniestros corrillos con su lengua afilada echando al lodo las más caras reputaciones.
Atentamente,
Roberto Restrepo
Filandia, noviembre 19 de 1924



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