Las ratas se apoderan de las grandes ciudades, y sabemos qué las atrae

 

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El cambio climático y el aumento de la población urbana explicarían el más que previsible aumento de las plagas de ratas en las ciudades, según una reciente investigación. La pregunta es: ¿cómo podremos revertir esta tendencia?

Rata de alcantarilla
Anatolypareev/Shutterstock

La rata parda o gris (Rattus norvegicus) está ampliamente distribuida por todas las áreas urbanas del planeta, excepto en algunas zonas tropicales y subtropicales. 

Las ratas han acompañado a los humanos desde tiempos inmemoriales. Algunas especies, como la rata parda (Rattus norvegicus), también llamada rata gris rata de alcantarilla, arribaron a Europa procedentes de su área de distribución nativa en China y Mongolia. Otras, como la rata negra, ya prosperaban en el Viejo Continente muchos siglos antes. Pero nunca como ahora habían tenido tantos elementos a favor para diseminarse sin control, y es que las ciudades superpobladas y el aumento de las temperaturas son un caldo de cultivo perfecto para que estos roedores tan denostados por la humanidad pero tan vinculados a la actividad humana no tengan límites a la hora de desplazarse.

Es tanta la comunión entre ratas y humanos que actualmente casi todos los ejemplares silvestres son sinantrópicos, esto es, que viven en una relación más que estrecha con los humanos. Comen de nuestras sobras y utilizan nuestras infraestructuras como refugio. En otras palabras: no podrían vivir sin nosotros.

Resulta que para estos roedores el mejor lugar para prosperar son las zonas urbanas; cuanto más densamente pobladas, mejor. Estas fueron las conclusiones de una reciente investigación en que ha analizado las poblaciones de ratas urbanas en 16 ciudades del mundo, en 11 de las cuales (esto es, el 69%) han documentado un aumento significativo de estos roedores. No solo eso, según esta investigación, las plagas eran más abundantes en aquellas áreas urbanas más densamente pobladas y con un mayor aumento de temperatura. Una sencilla operación aritmética es suficiente para inferir que, teniendo en cuenta que se prevé un incremento significativo del número de megaciudades superpobladas en las que el aumento de temperatura media será más que notable, lo más probable es que tengamos ratas para rato.

Malas noticias para los habitantes de grandes ciudades como Washington, San Francisco, Toronto, Nueva York y Ámsterdam, urbes en las que se espera un aumento significativo del número de ratas en los próximos años. En el otro extremo, ciudades como Tokio, Louisville o Nueva Orleans se beneficiarán de una importante reducción del número de roedores.

¿Qué ocurrirá en Europa? Aunque ciudades densamente pobladas como París, Londres, Madrid o Barcelona no fueron incluidas en la lista debido a la escasez de datos,  los autores de la investigación infieren una tendencia similar a la de otras grandes urbes.

A menor temperatura, mayor estrés metabólico

Una de las conclusiones más destacadas del estudio es la intensa relación entre el aumento de la temperatura y la tasa de proliferación de las ratas. Como pequeños mamíferos que son, estos animales no les sienta bien el frío, con lo que, al caer la temperatura, se les altera el metabolismo y el ritmo cardíaco, aceleran la respiración y se resiente el sistema inmunológico. Por otro lado, las temperaturas más altas se traducen en una temporada de cría más larga y unas mejores oportunidades para buscar comida durante más tiempo.

A mayor temperatura, mayor proliferación de ratas

"¿Hasta qué punto es el aumento de temperatura un caldo de cultivo para la proliferación de ratas?", preguntamos al autor principal del estudio, Jonathan Richardson, profesor asistente de biología de la Universidad de Richmond, en Reino Unido.

Un roedor oportunista
Jaclyn Vernace/Shutterstock

Las ratas urbanas son unos roedores altamente oportunistas que no dudan en aprovechar cualquier ocasión para alimentarse. La de esta fotografía derribó un comedor para aves. 

“Descubrimos que el aumento de la temperatura explicaba por sí solo hasta el 28% de los casos de variación de las tendencias poblacionales de ratas, seguido por dos otros factores: el nivel de urbanización de las ciudades y la densidad de población.

La investigación, sin embargo, desveló otros datos interesantes. Por ejemplo, la importancia de los espacios verdes. Analizando los cambios en las dimensiones de parques y jardines entre los años 1992 y 2020, descubrieron que en la mayoría de los casos las ciudades más verdes tenían menos ratas.

La razón, explica, es que en las grandes ciudades, los espacios verdes suelen ser pulmones que oxigenan y limpian de contaminación el ambiente. Los parques urbanos actúan como refugios para muchas especies de animales, desde aves hasta pequeños roedores. Pero no siempre son un oasis para las ratas. "Los datos apuntan a que estos lugares se asocian tanto positiva como negativamente, con las poblaciones de ratas, por lo que existen pruebas contradictorias”, admite. Es probable que los parques pequeños favorezcan a las ratas porque tienen suelo libre para que escarben, además de basura y restos de comida. Por estas mismas razones, los parques muy grandes, como el Central Park de Nueva York, podrían beneficiar a las ratas que viven cerca del perímetro, pero fuera de los límites del parque,la disponibilidad de alimento escasea, y con él, el número de ratas. 

Con una población urbana en aumento (el propio estudio indica que para 2050 podría crecer hasta un 50%), lo más previsible es que las ratas no solo formen parte del paisaje urbano, sino que se identifiquen irremediablemente con él.“Creemos que el aumento de la población urbana sin duda seguirá fomentando el crecimiento de las poblaciones de ratas, a menos que las ciudades ajusten sus estrategias de mitigación de roedores con políticas compensatorias”, dice el autor de la investigación.

Teniendo en cuenta que las pruebas arqueológicas prueban la estrecha correlación entre la presencia de ratas y la presencia humana desde hace miles de años, ¿podríamos concluir que estamos condenados a convivir con estos roedores?"Yo cambiaría la pregunta", concluye Richardson. "Es probable que las ciudades nunca consigan reducir su población de ratas a cero, pero sí pueden aplicar estrategias de saneamiento y control de roedores que reduzcan su número", recuerda. Una buena noticia para metrópolis como Nueva York, donde se está llevando a cabo un ingente esfuerzo para erradicar las infestaciones de ratas de la ciudad, desde la limpieza regular de las calles hasta la eliminación adecuada de los residuos para reducir las fuentes de alimento disponible hasta los programas de educación pública para mantener las vías libres de basura. Es posible que estemos condenados a convivir con ellas, pero, con determinación, todavía podemos hacer algo para controlar las poblaciones.

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